LNE 25/06/2025 Allá por la década de 1740 reside en la pequeña aldea de Las Tejeras (Riosa) un matrimonio formado por Mathías Vázquez-Prada y María Fernández Barbado. El pueblo está ubicado en la vertiente oriental del Aramo, cerca de Llamo, y pertenece a la única parroquia del concejo, Santa María de la Vega. Entre 1741 y 1746 nacen los tres hijos de la pareja: Joseph, Juan y Ana María Antonia.
El primogénito, Joseph se casa con una moza de Llanuces (Quirós), de nombre Jacinta Theresa González Pérez (1737-1799), hija de Francisco (oriundo de la vecina parroquia de Cienfuegos) y de María (natural de Llanuces), los cuales habían contraído matrimonio el 20/2/1727. Los abuelos paternos de Theresa eran Joseph González y María de Miranda y los maternos Alonso Pérez y Catalina Suárez.
El pueblo quirosano se encuentra en la falda occidental del Aramo por lo que es lógico que los de Riosa coincidieran y establecieran relaciones personales con mozos y mozas de Quirós, a fin de cuentas únicamente tenían que “saltar” el cordal y dejarse caer al lado contrario. Y entonces, como ahora, se celebraba anualmente la romería de Alba con mucha concurrencia del vecindario de los concejos del contorno.
Joseph y Theresa traerán al mundo dos varones, Gonzalo Severino (1779-1847) y Joseph Antonio Vázquez-Prada González (1776-1830). Éste último se casa el 22/2/1800 con Martina Blanco García (1776-1832), hija de Diego Blanco Biescas (1744-1818) y de Antonia García-Guerrín Fernández (nacida en 1744), quienes se habían casado en la parroquia de Llanuces en 1773.
A estas alturas del nuevo siglo XIX Theresa González había fallecido (21/12/1799) en buena posición económica, ya que, tres días después, le dan cristiana sepultura en la iglesia de Llanuces con un funeral mayor, dejando testamento ante el escribano de Quirós Francisco Álvarez Cienfuegos.
La unión de Josep Antonio y Martina fue más prolífica que las de sus antecesores, ya que trajeron seis hijos cuyos años de nacimiento indicamos a continuación: Simón (1803), Luis (1806), Teresa (1808), María (1811), Miguel (1813) y Manuela (1815).
Con el segundo hijo, Luis, se pierde para siempre el apellido compuesto “Vázquez-Prada” y tanto él como sus descendientes mantienen simplemente el “Vázquez”que ha llegado hasta nuestros días. Las causas, como en otros casos que hemos visto, suelen ser por errores de los párrocos al redactar las partidas de bautismo, matrimonio o defunción, o simplemente por afán de escribir lo menos posible, acortando los nombres y apellidos de sus feligreses.
Luis Vázquez Blanco contrajo matrimonio en Santa María de Llanuces con una moza del cercano Muriellos, María García-Guerrín Fernández, de la que no encontré fechas de nacimiento o defunción. Aquí hago una pequeña pausa para señalar el curioso apellido “Guerrín” que era muy frecuente en aquella zona en los siglos XVIII y XIX e incluso dejó rastro en el nombre de una vieja cuadra existente en el pueblo de Villar de Cienfuegos, que todos conocemos desde tiempo inmemorial como “establo del Guerrín”, recuerdo de la persona que lo construyó o poseyó en algún tiempo olvidado.
Luis y María debieron casarse hacía 1830, porque en los años siguientes va naciendo su amplia prole: Josefa (1833), Juan Eusebio (1835), Antonio Anastasio (1837), Segundo (1839) y Juana (1842). Como anécdota contaré que la pobre Josefa Vázquez murió muy joven (24 años), pobre y soltera, el 20 de marzo de 1858.
De nuevo nos fijamos en el segundo hijo, Juan Eusebio Vázquez García (1835-1890), quien se casó con Martina Eugenia Álvarez Álvarez (1836-1905), natural de Baiña (Mieres), de cuyo origen familiar hablaremos otro día. De ésta pareja nacieron Fernando, Florentina, Úrsula y un señor llamado Vicente Vázquez Álvarez (1876-1959) del que soy uno de los bisnietos. Vicente cambió Llanuces por el cercano Villar de Cienfuegos, donde se emparentó con la familia de la “casa Landeta” al casarse con María Álvarez, a los que ya mencioné en una carta publicada anteriormente en este periódico. Termina aquí el curioso viaje de los Vázquez-Prada que desde Riosa se establecen en Quirós, olvidando con el tiempo su origen y el apellido tan rimbombante.
Esta historia se pudo reconstruir gracias a la consulta de los libros de las parroquias de Llanuces y La Vega que se custodian en el Archivo Histórico Diocesano. Nos queda pendiente para otra ocasión averiguar si los Vázquez-Prada de Las Tejeras tenían algo que ver con los del palacio del Valletu, en Valdecuna (Mieres). Como dicen los italianos: “Piano, piano, si va lontano”.