martes, 4 de marzo de 2025

Apuntes genealógicos de Villar de Cienfuegos (I)

 En esta remota aldea quirosana moraban en las primeras décadas del siglo XIX varias familias de agricultores y ganaderos que parecían gozar de buena posición económica para aquellos tiempos. Esto es lo que nos cuentan los viejos libros de la parroquia de San Esteban que hemos podido consultar en el Archivo Histórico Diocesano.

En ese Villar tan parecido y a la vez tan distinto del de hoy, con sus casas, hórreos y paneras desparramados por una ladera rocosa a los pies del alto de la Cobertoria, vivían los Álvarez-Cienfuegos (que a finales del siglo perderían el apellido compuesto, conservando sólo el Álvarez que pervive hasta hoy) los cuales emparentaban o bien entre ellos (encontramos varios casos de matrimonios con dispensa, celebrados entre primos carnales) o con otras familias del lugar como los Prada o los García.

Una mujer importante de ese tiempo fue una antepasada por vía materna, Felipa Álvarez Suárez, fallecida el 8 de agosto de 1882 a la avanzada edad de 97 años (por lo que estimamos que había nacido en el año de 1785). Tres días después de su último suspiro, sus restos mortales recibieron sepultura en el cementerio parroquial tras celebrar un funeral de primera clase, oficiado por varios sacerdotes. Fueron sus padres Esteban Álvarez y Joaquina Suárez, difuntos, y en el momento de fallecer era viuda de Matías Álvarez-Cienfuegos, natural de Cortes de Quirós, que entonces pertenecía a la parroquia de San Esteban.

Matías aparece como elector en un Boletín Oficial de la Provincia del año 1865, es decir, tenía rentas suficientes para ejercer el derecho de sufragio en esos días en los que estaba limitado a los más poderosos.

Felipa y Matías dejaron cuatro hijos: Santos, Jacinto, Matías y Julián. Este último se casó con María García (la cual vivió entre 1841 y 1907) y fueron padres, entre otros muchos hijos, de una tatarabuela por el lado materno de quien escribe estas líneas, Felipa Álvarez García (nacida en 1859 y fallecida en 1925), más conocida en el vecindario como “la tía Felipa”.

En cuanto a Santos Álvarez-Cienfuegos Álvarez, de estado civil viudo de Josefa Álvarez González, por el libro de difuntos de 1859-1904 sabemos que falleció a la prematura edad de 63 años, el 21 de octubre de 1883, por un desgraciado accidente al caer de un árbol. El 23 del mismo mes se ofició un funeral de primera clase en la iglesia de San Esteban. Le sobrevivieron tres hijos de nombre Melchor, Gerónimo y María. Murió con una posición económica desahogada, si atendemos a lo que indica el Boletín Oficial de la provincia de Oviedo (año 1865) donde figura junto a su padre Matías como elector.

Sin embargo, como los descendientes de Matías y Felipa se multiplicaron conforme avanzaban las décadas, pero la hacienda no crecía en proporción sino que se iba repartiendo entre más y más herederos, cuando el siglo XIX llegaba a su fin éstos se vieron forzados a trabajar cada vez más para sobrevivir (o malvivir).

Al calor de la industrialización del concejo en el siglo XIX, muchos optaron por trabajar en las minas para complementar los pobres ingresos que les deparaban las diminutas propiedades y los ganados que en ellas pastaban. Otros intentaron escapar de su destino “haciendo las américas” como en tantos lugares de la región; muchos no regresaron jamás y unos pocos volvieron pero con poca fortuna de la que presumir.

Para rematar las cosas, el incendio de febrero de 1899 arrasó el pueblo con sus hórreos, paneras, animales, cosechas, escrituras y documentos antiguos, por lo que los desdichados vecinos tuvieron que comenzar casi desde cero, arrinconando los recuerdos y las glorias de sus antepasados.

De Matías y Felipa, campesinos acomodados de apellido compuesto, con derecho a voto y funerales de primera clase, no perviven ni fotos, ni grandes posesiones, tan solo unas breves anotaciones en unos viejos libros parroquiales.

“Sic transit gloria mundi”.

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